MARINA MONTIV
Temporada18 / 2021, noviembre
Bio
Nació en Rosario (Santa Fe, Argentina), en 1990.
Se formó en la Escuela de Bellas Artes de la UNR, es Profesora y se encuentra finalizando la licenciatura.
Ha participado de instancias de taller y seminarios a cargo de Andrea Ostera, Lucas Di Pascuale, Diego Bianchi, Lila Siegrist, entre otrxs.
Formó parte de SUBescuela (2012-2018), colectivo de gestión e investigación relacionado a la formación de artistas, con el cual recibió becas grupales del Fondo Nacional de las Artes y subsidios de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario para la realización de diversos proyectos. Realizó intervenciones y participó en muestras colectivas en el Centro de Expresiones Contemporáneas, en el Museo de Arte Contemporáneo y en el Centro Cultural del Parque de España, entre otros.
En 2017, participó del Club Internacional Itinerante, con el cual gestionó una residencia en Sao Paulo para desarrollar actividades en conjunto con artistas de dicha ciudad. En 2018, realizó Vigor, su primera auto publicación fotográfica.
Actualmente, forma parte de THIGRA proyecto colectivo de gestión y producción centrado en la formación en performance y participa en la Multisectorial Humedales, desarrollando distintos proyectos en territorio de las islas.
Vive y trabaja en Rosario.
Proyecto
Llegué a Curadora con la idea de indagar las orillas del Ubajay, un río que nace en el Arroyo Leyes y bordea al pueblo de San José del Rincón. Me interesaba recorrer los accesos públicos o privados, la costa del pueblo y la del otro lado del río, así como los diálogos posibles entre su geografía y quienes frecuentan sus costas.
El primer acercamiento fue por tierra. Caminé hacia una de las bajadas públicas cercanas, la que está al comienzo del callejón Montenegro. Calle de arena, borde de monte ordenado en línea para el camino, casas habitadas, deshabitadas, campos de frutillas, trabajadores de la tierra cosechando al sol de diciembre, 4×4 aceleradas que frenan un poco al pasar.
Llegué al río.
Anotación: 54 metros (o pasos largos) de acceso abierto. A la izquierda, un cerco de postes cementados, cañas y alambre de púas, un muelle, una casa de dos pisos, césped impoluto. A la derecha, un cerco de troncos un poco caído, alambre de púas. Del otro lado, un chancho se refresca en el barro de la orilla. Cruzando el río, el bote de la familia que vive al comienzo del callejón.
Caminé buscando los senderos escondidos, abiertos y marcados por animales o personas que buscan las aguas marrones. Desde el mismo callejón, seguí las callecitas arenadas de San José del Rincón hacia Arroyo Leyes. Intenté bordear el Ubajay lo más que pude por tierra, esquivé carteles ‘Prohibido pasar’ y registré este recorrido con GPS, fotos y videos.
También navegué en kayak, haciendo el mismo recorrido que por tierra pero bordeando la orilla desde el cauce manso. Barranca, barranca, piedra, bolsa, piedra, barranca, camalotes, carrizos, carrizos, alambre, barranca, alambre, escombro, piedra, piedra, escombro, alambre, carrizos, cubiertas de auto. Pude ver a lo que no llegué por sendero: los barrios privados van tomando las zonas altas, libres de bañados naturales.
Observé y registré algunos meandros, los movimientos de las tapias de camalotes que bajaban por la corriente, me dejé arrastrar por los remolinos que hacían girar y derivar el kayak en el serpenteo del cauce, bajé a recorrer los senderos abiertos entre los montes de Timbó, Laureles de río y Sangre de Drago.
Estos y otros recorridos, junto con lecturas a las que pude dedicarme a lo largo de la residencia en Curadora, me llevaron a reflexionar sobre la definición de los senderos, el trazado físico de esas líneas que unen puntos distanciados por las lógicas privatistas históricas que erigen a los pueblos y ciudades.
¿Serán los senderos la expresión de deseo de volver a acercarnos a los ríos?
¿Cuántos pasos son necesarios para abrir un sendero?
¿Durante cuánto tiempo?
Este fue el acercamiento a una geografía similar a la que habito, como primer ensayo para pensar las distancias al río y las islas que van marcando los modos de vinculación al territorio que habitamos.
Si las personas fuimos alejándonos de los ríos y las islas, tal vez no sea porque queramos estar lejos del agua y el barro.
Contacto
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@marina.montiv