SOLEDAD ROLLERI
Temporada6 / 2014, mayo
Bio
Nació en Olavarría (Buenos Aires, Argentina), en 1975.
En 1993 se mudó a Buenos Aires para hacer la carrera de Diseño Gráfico en la FADU- UBA. En 1998 regresó a su ciudad y cursó la Licenciatura en Comunicación Social en la UNICEN. Actualmente trabaja como diseñadora gráfica y docente de la carrera de Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales, UNICEN.
Comenzó su formación en pintura en Olavarría con Daniel Fitte en 2008, y realizó clínicas de obra con Carolina Antoniadis y con Diana Aisenberg.
Participó de los programas PIPA- Programa Internacional para Artistas (EAC, Montevideo, Uruguay, 2012) y Sismo (EAC, Montevideo, Uruguay, 2014) a cargo de Daniel Fischer.
Algunas exposiciones: Cópulas (Centro Cultural San José, Olavarría, 2011), 29º Salón Nacional de Artes Plásticas (Azul, 2012) y Bienal de Pintura Eva Perón (Olavarría/La Plata, 2011).
Vive y trabaja en Olavarría.
Proyecto
Mi proyecto constaba de tres etapas: una primera de relevamiento de marcas del lugar realizando improntas a partir de los objetos que encontrara en el piso durante la residencia: piedras, hojas, palos, plantas. Una segunda de traducción de esas marcas al papel y al color a través del collage para proponerles un nuevo comportamiento. Y una tercera que consistía en llevar un registro escrito del proceso de trabajo para explorar la forma que pudiera tomar la relación entre la escritura y la obra, así como la búsqueda, recopilación y clasificación del material.
Quise explorar además sobre la acumulación- material y simbólica- de formas y tiempos de un lugar determinado, de acuerdo a una pregunta que recurrentemente me hago cuando trabajo: ¿Es posible acumular todos los tiempos en un lugar inmóvil?
Los saberes y acciones compartidas fueron modificándonos, y le dieron un giro a la propuesta: empecé a preguntarme hasta qué punto se justificaba la traducción de las improntas al papel y al color ya que lo que me interesaba más profundamente era producir un catálogo de marcas. Y entonces, fue suficiente consignar los días a través de esta otra escritura, generada con las improntas de lo que recolectaba.
Sucedió que.
Detenerme a pensar en el montaje como modo de comunicar fue novedad y aprendizaje. Descubrí que me importa menos clasificar que consignar. Que el montaje también puede ser traducción. Que en este caso era la traducción de la que hablaba al principio.
Los días desplegaron las necesidades y los tiempos de la obra. Como las marcas que alcancé a relevar, hasta lo mínimo fue único y tiene las características propias de este momento y lugar.
De Curadora, me llevo la felicidad de lo colectivo.
Lo que pasa cuando la obra se convierte en experiencia con los otros. Allí rescato la dimensión política de lo que hago, y la felicidad del arte compartido.
Contacto
solerolleri@gmail.com